Los siguientes dos años fueron complicados, mi pareja y yo vivíamos en países distintos, lo que me llevó a tener un embarazo prácticamente sola. Regresé a mi país a casa de mis padres y allí nació Joaquín.

Un año después me reuní con mi pareja y formamos la familia que ambos anhelábamos. Cuando todo parecía ir avanzando de forma ordenada y finalmente estábamos los tres juntos, Joaquín que tenia dos años, fue diagnosticado con autismo y todo nuestro mundo de un día para otro dio un giro de 180 grados.

Desde muy joven mis amigas siempre me buscaban cuándo necesitaban ayuda en sus  temas emocionales, me decían que les gustaba hablar conmigo porque les transmitía paz. Yo soy Ingeniero de Sistemas de formación académica. 

Me convertí en Ingeniero porque era lo que esperaba mi familia que hiciera, pero mi instinto me decía que podía llegar hacer algo más, que aún no estaba llegando a trabajar en lo que realmente deseaba. Mi sueño era trabajar para ayudar a las  personas, sabía que podría conectar con ellas y comencé a formarme en un mundo más espiritual con terapias angelicales, reiki, constelaciones, conectando con mi mente a través del coaching y la PNL, herramientas que me abrieron un gran portal en mi mundo personal.

Por mucho tiempo compartía con mi pareja, familia y mis amigos más cercanos estos conocimientos, hasta que comencé a hacerlo de una forma profesional. Hoy en día entiendo, que toda esta formación me estaba preparando para enfrentar el mundo con un hijo autista. Aprender cómo traspasar las barreras de compartir y asumir mi nueva situación con familiares y amigos, entender que en el colegio tu hijo es distinto y que creará sus propios parámetros de vida, ni mejor ni peor, sólo diferentes.